Por desgracia, han aumentado de forma considerable las simulaciones de delito. De hecho, solo en el último año, he llevado la defensa de varios imputados por esta figura delictiva.

¿En qué consiste este delito?

Simular es representar una cosa, fingiendo o aparentando lo que no es. En definitiva, se trata de denunciar ante un funcionario que tenga estas competencias que se ha sido víctima de un delito que se sabe que no se ha cometido realmente. La impostura ha de ser creíble; esto es: capaz de engañar a los funcionarios ante los que se hace la simulación. Estas simulaciones suelen tener un objetivo económico como cobrar un seguro.

Requisitos.

Pero no basta con esto. Se requiere que se inicie alguna actividad procesal motivada por esta denuncia. Esta actividad debe estar conectada con la denuncia, de forma que sin ella no se hubiese producido. No es suficiente una actuación policial, siendo necesario que sea procesal, es decir, realizada por un juzgado.

Por ejemplo, en una ocasión, defendí a una persona que en la comisaría, cuando le mostraron una serie de fotos para que intentase reconocer a las personas que le habían sustraído el móvil y su cartera, se derrumbó y reconoció que su denuncia era falsa y que lo hizo debido a la mala situación que estaba atravesando. En este caso, al no haberse dado inicio a ninguna actuación procesal (es decir, ningún órgano jurisdiccional realizó actividad alguna), no procedía condenar a mi representado por este tipo penal. Ahora bien, hubiese bastado para considerar consumado el delito con que el juzgado decretase el archivo del procedimiento por no localizar a los responsables del robo simulado.

Por último, también hay que destacar que este delito solo se puede cometer de forma dolosa, es decir, de forma intencionada. Por su propia naturaleza, no admite la comisión imprudente, ya que se trata de denunciar que se es víctima de un delito sabiendo que no es cierto.