La importancia de los acuerdos

La importancia de los acuerdos

Ya hablé en este blog de la importancia de los acuerdos para evitar la judicialización de asuntos que se podrían resolver fuera de los juzgados. Si bien no siempre es posible alcanzarlos antes de la presentación de la demanda, en otras ocasiones se pueden lograr cuando el procedimiento se encuentra en trámite, como ocurre en los asuntos de derecho de familia (divorcios, separaciones…) en los que a ley tiende a favorecer este tipo de acuerdos hasta el mismo momento de la vista.

Siempre que comienzo la defensa de cualquier tipo de asunto, pretendo alcanzar un acuerdo por entender que es lo más beneficioso para las dos partes. “Más vale un mal acuerdo que un buen juicio”, se suele decir en mi profesión. Y, añado yo, más vale cobrar un poco menos pero hacerlo ya, que ganar íntegramente un pleito pero, entre ejecuciones y demás trabas, cobrarlo al cabo de un año. O no cobrarlo.

Como ejemplo mencionaré un reciente asunto de un tema que es por desgracia bastante común en estos tiempos: un despido.

Mi cliente era una ciudadana extranjera que había empezado a trabajar como empleada del hogar de manera interna en el domicilio de una señora que la despidió al mes de empezar a trabajar para ella sin pagarle la retribución pactada ni, por supuesto, seguir los cauces adecuados para la extinción de las relaciones  laborales.

A pesar de no tener contrato de trabajo firmado, pude armar una buena demanda con la propuesta de una serie de pruebas que acreditaban la existencia de la relación laboral entre mi cliente y la demandada. Debido a ello, pude presionar para alcanzar el acuerdo más beneficioso posible para mi mandante: el 100 % de lo reclamado, excluyendo los salarios de tramitación y las costas, además de, por supuesto, no hacer pasar a mi mandante por el mal trago del juicio.

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